Parábola del ciego conduciendo a otro ciego
Esta parábola de “El ciego conduciendo a otro ciego” aparece en los evangelios de san Mateo y san Lucas:
Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo». (Mt 15,14)
Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? (Lc 6,39)
En el Evangelio de san Mateo, se nos muestra a un grupo de fariseos y escribas que viajan desde Jerusalén para enfrentarse a Jesús. Estos líderes religiosos eran los representantes del judaísmo, que estudiaban las Escrituras y guiaban al pueblo de Dios según las exigencias de la ley (la Totah).
Jesús contrapone la actitud sincera del corazón iluminada por el Espíritu, a la observancia formalista de la ley basada en normas externas y fáciles de manipular. Lo que mancha al hombre no son los alimentos, sino lo que sale de la boca, es decir, las palabras que brotan del corazón. Si el corazón no es puro, se convierte en fuente de toda maldad y egoísmo.
Estas palabras de Jesús escandalizan a los fariseos y por ello los llama ciegos y guías ciegos, porque personas con deficiente formación en la fe pretenden ser guías de otros. El perjuicio es para los dos: para el guía y para el guiado.
Estos líderes religiosos pensaban que eran expertos en la ley de Dios, pero eran ciegos e ignoraban el verdadero significado de la ley. Jesús les mostró que estaban contradiciendo las mismas leyes que afirmaban comprender. En lugar de guiar al pueblo por el camino correcto que conduce a la vida, los estaban guiando directamente al desastre.
En el Evangelio de san Lucas, Jesús está hablando del amor, que debe extenderse a los enemigos, y nos indica que hay que tratar a los demás como queremos que ellos nos traten. Jesús subraya la diferencia que hay entre la conducta de sus discípulos y la de los «pecadores», donde el discípulo de Jesús está llamado a imitar el amor generoso del Padre celestial, que extiende sus beneficios a los ingratos y a los malos.
¿Cuántas veces impedimos al enemigo hacerse amigo nuestro sólo porque nos aferramos a nuestros prejuicios, a nuestros miedos, a nuestras arrogancias de fe?
La parábola del ciego guiando al ciego es tan relevante hoy como en los días de Jesús. Es frecuente encontrar a personas para quienes el cristianismo, la religión en general, no es más que una jaula repleta de normas de la que es preciso evadirse.
Tal vez la culpa de esto la tenemos los cristianos. El amor no es un simple código moral, sino la consecuencia de ser hijos, ya que somos hijos a través del camino del amor.
Cuando permitimos que las reglas y regulaciones humanas tengan prioridad sobre las leyes de Dios, desviamos a la gente y nos convertimos en ciegos guiando a ciegos. Debemos tener cuidado de no dejar que nuestra arrogancia nos ciegue para guiar a otros en su caminar espiritual. Del mismo modo, debemos saber elegir sabiamente, teniendo cuidado de no seguir a guías ciegos que nos desvíen del camino recto de la Palabra de Dios.