Parábola de Yo soy la luz del mundo

Esta parábola o mejor imagen de Jesús como “La Luz del mundo” aparece sólo en el evangelio de san Juan en varias ocasiones:

 Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». (Jn 8, 12)

Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo». (Jn 9,5)

Jesús les contestó: «Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tenéis luz, antes de que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe adónde va;  mientras hay luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz». Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos.

Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. (Jn 12, 35-36.46)

 
El capítulo 8 del evangelio de san Juan se desarrolla en Jerusalén durante la fiesta de las Tiendas. El primer día de la fiesta y el último se encendían cuatro candelabros de oro de 25 metros de altura, que excedían los muros de la ciudad. A la luz de los candelabros de oro encendidos, se organizaban manifestaciones festivas y las gentes bailaban al resplandor de esa luz. Estos candelabros se encendían para recordar la nube luminosa que acompañaba a los israelitas durante su recorrido por el desierto. En ella se encontraba la presencia de Dios que acompañaba a su pueblo durante el éxodo.

Por otro lado, uno de los elementos que configuraban la vida del Mesías en la literatura rabínica era la luz, incluso algunos rabinos afirmaban que el nombre del Mesías sería “Luz”.

Jesús está diciendo que es la luz de la salvación, luz de la vida, que alcanza a todos los hombres.

En el capítulo 9, san Juan nos relata la curación que hace Jesús del ciego de nacimiento con saliva y barro.

Mientras Jesús está en el mundo es luz. Sin él, todo es noche.

En el capítulo 12, san Juan está relatando el anuncio de Jesús que debe morir en la cruz. Los oyentes se sorprenden de que el Mesías, el Hijo del hombre, tenga que pasar por una suerte tan extraña. Y Jesús aprovecha para proclamarse luz y hacer un canto a esa luz que es él, invitando a todos a dejarse guiar por ella, mientras está en el mundo; de tal modo que lleguen a ser hijos de la luz.

¿Qué nos quiere decir Jesús con esto imagen de la luz del mundo?

Estamos acostumbrados a que cada día, el sol salga para iluminar, calentar y proporcionar crecimiento en la tierra; a que cada noche la luna y las estrellas salgan para iluminar la oscuridad de la noche, sirviendo a los navegantes para orientarse; a que encendamos el interruptor de luz cuando entramos en una habitación oscura;… La luz está presente en nuestras vidas y es imprescindible para poder vivir, se requiere para que crezca cualquier vegetación y viva cualquier animal.

Jesús nos enseña que él es la luz que guía al pueblo, él es la luz que ilumina a cada persona, que alumbra el interior del hombre para que pueda aceptar la Revelación y hacerla vida suya.

Esa luz que nos muestra Jesús, no solo hace que miremos a Jesús, sino que miremos desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver. Cuando recibimos la luz de Cristo, nos permite ver las cosas y conocemos también como lo hace el Padre. Así el discípulo de Jesús debe ser también luz que señale a los demás el buen camino con su vida.

Pensemos por un momento si las cosas adquieren para mí un significado ante Jesús. ¿Qué es el mundo? ¿Qué es mi vida? ¿Qué sentido tiene la muerte y la fatiga? ¿Qué sentido tienen los otros para mí y cómo debo comportarme con ellos?

El sentido de la vida es el amor y la entrega. Dios es luz porque me hace comprender que el amor consiste en la entrega de la propia vida; Dios es luz porque nos dice que el amor es el sentido de la vida; Dios es luz porque nos dice que es el amor; Dios es luz porque nos proporciona la convicción de que es posible amar.

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