Parábola de la levadura y la harina

Esta parábola de “La levadura y la harina” aparece en los evangelios de san Mateo y san Lucas:

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». (Mt 13, 33)

Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó». (Lc 13, 21)

 
Jesús se está dirigiendo a la gente que le sigue y a sus discípulos, y les habla en parábolas para que lo entiendan mejor. En este caso les está diciendo que el Reino de Dios ya está presente en medio de ellos y que de una manera misteriosa se difundirá y crecerá en la historia de cada pueblo. Para ello lo compara con una rutina casera cotidiana que conocían muy bien todas las mujeres de su tiempo, hacer pan con harina y levadura.

Jesús quiere hacer comprender que el Reino está presente y que crece ya desde ahora, y aunque su desarrollo se vea obstaculizado por los que le son contrarios, es decir, por la acción de aquellos que están sometidos al maligno, su prodigioso desarrollo acontece a partir de un comienzo insignificante, como la levadura insignificante que se le echa a una gran cantidad de harina para hacer el pan de la vida. Esa levadura es Jesucristo y su enseñanza y también la Iglesia posterior, mientras que la harina es el mundo que necesita de este fermento para poder transformarse.

Jesús nos quiere animar presentando el contraste entre la pequeñez del presente, el fracaso aparente y desánimo ante la incredulidad, y la grandeza final del Reino, obra de Dios. En la pequeñez del presente está oculta la grandeza del futuro, y todo ello por un milagro de Dios.

Por ello no hay que desanimarse. Hay que seguir evangelizando, hay que seguir defendiendo los valores y principios cristianos, y a Cristo que ha muerto por la redención de todos, aunque nos parezca que vamos contra corriente y que incluso se ríen de nosotros. Tenemos que tener esperanza y paciencia, creer en el poder transformador del mensaje de Jesús. El Señor nos quiere como fermento y levadura en este mundo.

Sigamos el ejemplo de los primeros cristianos, que vencieron muchos obstáculos con su empeño y con su amor a Cristo, y nos señalaron el camino. Su firmeza en la doctrina del Señor pudo más que la atmósfera materialista y hostil en la que vivían. Inmersos en aquella sociedad, no se aislaron buscando su propia supervivencia. Ellos estaban plenamente convencidos de ser levadura de Dios, y su acción acabó por transformar aquella sociedad, pasando de ser perseguidos por su fe, a ser la religión oficial del Imperio Romano.

Ánimo, seamos nosotros levadura que día a día va transformando, poco a poco, a quienes viven con nosotros, a quienes trabajan con nosotros, a quienes estudian con nosotros,.. Sin excentricidades, como fieles corrientes, podemos mostrar lo que significa seguir de cerca a Cristo. Nos han de conocer como personas leales, sinceras, alegres, trabajadoras. Nos hemos de comportar ejemplarmente en la vida familiar y social, cumpliendo con rectitud nuestros deberes y actuando serenamente, como hijos de Dios. Nuestra vida, con sus flaquezas, debe ser una señal que los lleve a Cristo.

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