Parábola de la higuera que brota

Esta parábola de “La higuera que brota” aparece en los tres evangelios sinópticos, de san Mateo, san Marcos y san Lucas:

Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis todas estas cosas, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino solo el Padre. (Mt 24, 32-36)

Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre. (Mc 13, 28-32)

Y les dijo una parábola: «Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles:  cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano. Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Lc 21, 29-33)

 
Jesús está ofreciendo a sus discípulos una visión de las grandes etapas de la Historia de la Salvación y les exhorta a vigilar. Los discípulos le preguntan cuál será el signo por el que se podrá conocer su venida o parusía, que dará lugar al final de este mundo. Jesús les habla de signos concretos como son la aparición de falsos mesías, ante lo cual los discípulos han de estar en guardia, guerras, hambres y terremotos, persecuciones por parte de los paganos y dificultades internas de la comunidad cristiana,… pero todo esto es necesario que suceda, porque está dentro del plan de Dios, y los discípulos han de perseverar hasta el fin. Igual que las ramas tiernas y el brotar de las hojas de la higuera, que en Jerusalén se produce por marzo o abril, son señal de la llegada del verano, así los signos anteriores son señal de que habrá llegado la parusía. Aunque no se sabe el día ni la hora, por lo que es necesario vigilar.

La historia del siglo XX registró calamidades descomunales (dos guerras mundiales, guerras étnicas en todos los continentes, terremotos, tsunamis,…). Ante esto, es normal que los cristianos nos preguntemos si no se estarán viviendo ya los últimos tiempos descritos en los evangelios sinópticos. No lo sabemos, pero en cualquier caso, lo que si es seguro, es que no debe encontrarnos desprevenidos. El maligno recurrirá a todo tipo de estrategias para desorientar nuestra fe y frustrar nuestra caridad y así encontrarnos en pecado cuando lleguen. Sólo con una perseverancia tenaz y una vigilancia constante podremos luchar para encontrarnos fieles al evangelio el día de la venida de Jesús.

Jesús nos invita a vivir con los ojos abiertos, atentos a lo que pasa, analizando los signos de los tiempos. Nos estimula a ser no protagonistas activos de la historia, artífices conscientes de la misma, a no estar pasivos.

A estar vigilantes y llevar una vida sobria, sostenida por la oración, para estar y permanecer abiertos al don del Espíritu, que es el único que nos capacita para leer la realidad a la luz de Dios y para reconocer su presencia incluso en los lugares en los que no nos parecería posible.

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