Necesitamos cristianos valientes

Cuando uno está orgulloso de algo, no se puede callar y se lo cuenta a todo su círculo: a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. Por ejemplo, si ha terminado la carrera, si ha conseguido un  buen empleo, si ha ganado un premio, etc. Siempre estamos deseando contar las cosas buenas que nos pasan.

Los cristianos, además y por encima de todas estas buenas cosas mundanas que nos pasan, tenemos la más grande y buena de la que podemos presumir: que somos hijos de Dios, que hemos encontrado lo mas Bello, lo más Bueno, el Amor más Verdadero, el Tesoro más precioso. Que somos cristianos, seguidores de Cristo Jesús, Camino, Verdad y Vida.

Y sin embargo parece que estamos avergonzados de ello. Nos da miedo contar a los demás el gran regalo que poseemos. Nos da miedo que sepan que somos cristianos, que nos señalen con el dedo. ¡Somos unos cobardes! Estamos aterrados.

En nuestras parroquias, grupos de oración, comunidades, etc., sí somos unos católicos decididos y participativos, pero porque estamos arropados por gente que piensa igual que nosotros y así es muy sencillo, sólo basta con ser uno más del grupo, sin riesgo.

Además somos buenísimos buscando excusas: por misericordia es mejor no decir nada que parezca que pueda ofender a alguien; hay que predicar con el ejemplo y no hablar no sea que estemos imponiendo nuestra fe; Dios proveerá, Él se encargará de todo, ¿Quién soy yo para decir nada?. Nos hemos convertido en cristianos blandengues, buenistas, muy cómodos, que se asustan en cuanto alguien los mira mal. Somos cristianos superficiales, simulados, farsantes, retóricos, que vivimos en el templo los ritos cristianos y en casa un paganismo práctico, que salvamos las apariencias del “cumpli-miento”.

Así nos va, estamos en la situación en la que estamos porque nos lo hemos ganado a pulso, somos unos cobardes, aborregados y acomplejados. Por nuestra culpa los templos están cada vez más vacíos y la sociedad del mal, de la muerte, del egoísmo, del odio, de la mentira, cada vez más hostil hacia Cristo y el cristianismo, avanza, ganándonos terreno y devorando nuestra fe.

¿No vemos que tenemos que cambiar? Tenemos que volver a ser cristianos que escapen del miedo, cristianos dónde nuestro grito de “¡Viva Cristo Rey!” resuene por el mundo. Antes, los cristianos iban a los leones cantando, y ahora, estamos sumisos bajo el pie de la sociedad que nos aplasta para que desaparezcamos, y lo aceptamos sin luchar.

Es ya urgente dar rienda suelta a la virtud de la fortaleza para perder el miedo a manifestar lo que somos y lo que creemos ante el hostigamiento permanente de la sociedad, ante la presencia constante de la mentira. Tenemos que ser valientes ante todas las patrañas que nos están vendiendo y ser testigos de la Verdad, del Bien y de la Esperanza. No podemos quedarnos inactivos, de brazos cruzados y ser pusilánimes.

¡Ya basta! Tenemos que tomar las calles como cristianos valientes, salir de las catacumbas gritando ¡Viva Cristo Rey!.

Deja una respuesta