Moral Social y Doctrina Social (6/6)

La guerra en la Doctrina Social de la Iglesia

Los términos violencia-guerra-paz están íntimamente relacionados y, a su vez, están íntimamente vinculados a la idea que se tenga del hombre y de la sociedad.

Como concepto de violencia, la Iglesia define la iniciativa que atenta gravemente, por la fuerza, física o moral, contra los derechos de la persona. En las guerras, más allá de las causas concretas que las desencadenan, está el ambiente de violencia en que viven los hombres y las sociedades.

Los documentos de la Iglesia han ido desenmascarando las distintas formas y raíces de esta violencia.

  • Para Juan XXIII la causa última de la violencia está primero en el olvido de Dios y en el olvido de su ley natural. Señala el origen de la violencia bélica es la desconfianza, las injusticias y als desigualdades entre personas y pueblos.
  • El Concilio Vaticano II lo repite casi al pie de la letra, y añade como origen de la violencia, las injusticias cometidas por el deseo de poder, el desprecio de las personas, la envidia, la soberbia y las demás pasiones egoístas.
  • Juan Pablo II, pone el origen de todo mal social y político en el pecado: todo afán desmedido de lucro y poder. Este afán es propio de la persona, pero llega a institucionalizarse y crear unos mecanismos perversos (estructuras de pecado) que implican la insolidaridad entre personas y pueblos. Esta insolidaridad es la causa de la estructura de bloques que lleva al armamentismo, imperialismo y militarismo, que a su vez es causa del subdesarrollo, constante amenaza para la paz.

Mirando al pasado siglo XX, siglo de guerras y genocidios, los Papas han hecho frecuentes apelaciones en favor de la paz.

La guerra es el peor fracaso de la paz y el que más graves consecuencias tiene. La Iglesia reprueba la inhumanidad de la guerra. Nunca puede ser la guerra un medio adecuado para resolver los problemas que surjan entre las naciones, puesto que daña terriblemente a todos los implicados y solo provoca conflictos nuevos y aún más complejos. La guerra es siempre una derrota de la humanidad.

La Doctrina Social de la Iglesia ha puesto límites muy estrictos no sólo al inicio de una guerra, sino también al uso de las armas una vez que ésta ha estallado, sea cual sea el bando en conflicto.

La guerra puede ser de agresión o de defensa. Siempre hay que condenar una guerra de agresión y confirmar el derecho a la legítima defensa, pero condicionada.

Las guerras de conquista y de agresión son inmorales en sí mismas. Cuando estalla una guerra, los responsables del Estado atacado tienen el derecho y el deber de organizar su defensa también con la fuerza de las armas. Los Estados tienen derecho a tener fuerzas armadas y a poseer armamento para proteger a su población de ataques externos. Asimismo, los cristianos pueden ser soldados, en la medida en que las fuerzas de seguridad sirvan a la seguridad y la libertad de un país y estén al servicio de la protección de la paz. Es un crimen utilizar a los niños y los jóvenes como soldados. Su utilización en las fuerzas armadas, de cualquier forma que sea, debe detenerse.

La Iglesia prefiere hablar de respeto y confianza entre los pueblos, de arreglos pacíficos y consensuados, del respeto a los derechos y deberes mutuos. Aun así, en el Concilio Vaticano II se admite el uso de la fuerza para defenderse con justicia. Los ejércitos, que están al servicio de la seguridad y libertad de los pueblos, pueden ayudar a estabilizar la paz.

La Iglesia no ha ahorrado esfuerzos a la hora de comprender las exigencias éticas de la legítima defensa. Tradicionalmente ha sostenido que una guerra es justa, si se dan cuatro condiciones:

  • Que sea por una causa justa.
  • Que sea el último recurso.
  • Que los daños previsibles sean menores que la injusticia que se quiere remediar.
  • Que esté declarada por la autoridad legítima.

Pero a partir de los avances tecnológicos espectaculares en la elaboración de armas, tampoco ha cejado en proclamar la condena de la guerra. Porque partiendo de los mismos principios, hoy es muy difícil que se cumpla la tercera condición (la proporcionalidad de los medios) y, en el caso de la guerra atómica, biológica o química, es claramente imposible.

Conclusión

Para terminar con esta serie sobre la Doctrina Social de la Iglesia, os dejo el enlace del DOCAT (Catecismo de la Doctrina Social de la Iglesia) elaborado por el papa Francisco y las explicaciones a este documento que hace nuestro obispo Jose Ignacio Munilla.

 

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