Moral Social y Doctrina Social (1/6)

Moral Social en las Sagradas Escrituras

La Biblia no es un tratado de moral y menos de moral social, pero en ella se encuentran algunas enseñanzas éticas que revelan el proyecto de Dios acerca de la convivencia social. No vamos a encontrar fórmulas concretas de cómo se debe organizar la vida social, económica y política de un pueblo. pero sí que nos enseña que no es posible separar la conducta personal, de la condición social del hombre, y por ello la moral cristiana debe contemplar ambos aspectos del comportamiento humano.

El cristianismo incluye una doctrina moral sobre el comportamiento social del creyente y ciertas exigencias éticas acerca de las leyes e instituciones que rigen la vida social.

Dios se dirige a todos y a cada uno de los hombres, por lo que prima la persona sobre la colectividad. Sin embargo, el cristiano es llamado por Dios (vocación), pero es “con-vocado” junto con otros que forman la Iglesia. Por ello, la ética social es parte integrante del mensaje moral cristiano.

El Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, podemos encontrar numerosas prescripciones morales relativas a la convivencia social en Israel como pueblo de Dios y con los otros pueblos vecinos.

La doctrina sobre el orden social sigue a la historia de Israel y en ocasiones está condicionada por la situación política y económica.

Aunque no es posible elaborar una teología moral sistematizada a partir de los datos que nos ofrece el Antiguo Testamento, contiene suficiente para señalar los principios éticos que deben regir en la vida social, económica y aun política de los pueblos.

La ética social en Israel es esencialmente religiosa, parte de la antropología judía donde el hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, y es el centro de la creación. De aquí que, en las relaciones sociales, debe ser tratado como tal.

Desde el principio de Israel, ya hubo disputas entre los pastores de Abrahán y los de Lot por los pastos (Gn 13, 7-9), más tarde, al constituirse Israel en pueblo también hubo problemas al realizar la división del territorio por tribus (Nm 26,52-56). Las relaciones sociales no fueron fáciles ni dentro de la comunidad judía ni con los pueblos vecinos. De ahí la amplia legislación del Pentateuco y la abundancia de normas morales que en él se encuentran:

  • Sobre las clases sociales: se mencionan distintas categorías de personas (esclavos, dueños, prestamistas, jornaleros, forasteros, emigrantes, jefes) y diferencias económicas (Ex 21, 1-11; 22, 13-14; 22, 20; 22, 27). Aunque Israel no fue nunca una nación de castas separadas como sus pueblos vecinos.
  • Sobre la esclavitud: en Israel existía la esclavitud, pero a diferencia de Grecia y Roma, el esclavo estaba integrado en la familia y en la sociedad y había leyes que regulaban el trato de los esclavos (Ex 21, 1-16). Si el esclavo era un israelita, quedaría libre a los siete años sin pago de rescate (Dt 15, 12-15).
  • Sobre los marginados: estaba rigurosamente legislado el cuidado de los pobres (Dt 15, 4-15), los extranjeros y los transeúntes (Ex 22, 20; 23, 9), así como la protección a las viudas y huérfanos (Ex 22, 21-23; Dt 14, 28-29).
  • Sobre el derecho a la propiedad: estaba regulada mediante el año sabático cada siete años y el año jubilar cada medio siglo (Lv 25, 1-17).
  • Sobre la defensa del asalariado: se prohibía la explotación del jornalero y el retraso del pago del salario justo (Dt 24, 14-15).
  • Sobre los préstamos con interés: estaban severamente prohibidos entre los judíos (Ex 22, 24-25).

En el conjunto de esta legislación está presente el concepto bíblico de hombre, imagen de Dios, que contrasta con las injusticias que existían en los pueblos vecinos.

En el profetismo se destaca la dimensión social, económica, política de la convivencia, y se condena más todavía las injusticias.

  • Se predica el respeto al hombre, especialmente al débil (Is 10, 1-4).
  • Se reprueba la opresión del pobre (Am 4, 1) y el mal trato a los esclavos (Jr 34, 8-11).
  • Se condena los salarios injustos (Jr 22, 15-19), el engaño en el peso y en las medidas de los comerciantes (Am 8, 4-7) y las riquezas injustamente adquiridas (Am 3, 10-15).
  • Se reprueba la avaricia en los préstamos (Ez 18, 5-8) y se arremete contra toda clase de injusticia (Ez 22, 25).
  • Se denuncia la corrupción de los jueces (Am 5, 7-15) y el abuso de quienes ejercen la autoridad (Miq 3, 9-11).

Según los profetas, las injusticias sociales van contra el querer de Dios.

En los libros sapienciales y poéticos, se repiten las mismas enseñanzas en forma de proverbios, de anatemas y sentencias cargadas de sabiduría popular, es la enseñanza de Dios a su pueblo.

Abarca el conjunto de la vida humana: la convivencia social, el trato con los demás ciudadanos, la función pública de los jueces y de los que ejercen la autoridad civil, el uso de los bienes de la tierra y el sentido de propiedad, la importancia del trabajo, el valor de las cosas materiales.

Em ellos se expone la íntima unión entre los deberes personales y sociales, y que el buen comportamiento es decisivo para la paz social (Pr 11, 11).

  • El cuidado de los pobres y extranjeros (Pr 30, 14).
  • La condena de la usura, las medidas falsas y los pesos fraudulentos (Eccl 29, 1-10; Pr 11, 1).
  • La denuncia de la opresión de los pobres por parte de los poderosos (Sb 6, 1).
  • La alabanza a los buenos gobernantes y a los que administran la justicia (Eclo 10, 16-17; Pr 17, 15).
  • El sentido vano de las riquezas (Eccl 5, 1-8).

Los Evangelios

En el Nuevo Testamento, la enseñanza es más universal y elevada sobre las exigencias éticas referidas a la vida social, económica y política. Sin embargo, la doctrina es menos sistemática que en el Antiguo Testamento.

Jesús vive y desarrolla su misión dentro del contexto social, económico y político de su tiempo. Pero, en su conducta, se nota un claro distanciamiento de los problemas socio-políticos que preocupaban a sus conciudadanos, la ocupación romana.

Por eso Jesús no encarna el tipo de mesianismo político que se había forjado en Israel, un mesías que liberase del dominio romano. Jesús no adopta una misión de liberador político ni siquiera de revolucionario social, a pesar de que las situaciones injustas de la sociedad judía de aquella época eran notables.

De los datos de los Evangelios, se deduce que Jesús no fue un esenio que predicó un mensaje religioso retirado del mundo, ni un zelota comprometido en la lucha contra el Imperio. Pero tampoco fue ajeno a la situación política y a las injusticias sociales de su tiempo.

La enseñanza moral de Jesús integra la convivencia social, dado que el centro de su predicación es el hombre. La vida de Jesús y su doctrina entrañan grandes enseñanzas para la convivencia humana.

  • Jesús desenmascara los malos ejemplos de quienes encarnan la autoridad religiosa: los sacerdotes, escribas y fariseos, y la autoridad civil: Herodes y Pilato (Mt 21, 23-27.45; 23, 1-35; Mc 11, 27-33; 12,40; Lc 11, 39-52; 13, 32).
  • Pero también cumple con sus deberes como ciudadano y acepta la obligación de pagar el tributo al César, separando las relaciones entre el poder temporal y el espiritual: “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 17, 24-27; Mc 12, 13-17).
  • No toma parte activa en la pasión religioso-política que tenían sus coetáneos ( Lc 2, 12-13. Él mismo confiesa a Pilato que su reino no es de este mundo (Jn 18, 36), que vino para llamar a los pecadores a penitencia (Mc 2, 17) y para salvar a todos (Mc 10, 45).

Sus enseñanzas hacen referencia a múltiples temas de la convivencia social y a problemas económicos y políticos que recuerdan la literatura del Antiguo Testamento:

  • Superar la discriminación entre judío y gentil (Mt 5, 43-47; 7, 1-4.12), entre amigo y enemigo (Lc 6, 27-36).
  • Administrar justicia con equidad (Lc 12, 57-59).
  • Condena a quienes poseen riquezas injustas (Lc 6, 24-26), enseñando el verdadero sentido de la posesión de bienes (Mt 6, 19-26) y de la propiedad (Lc 12, 13-34).
  • Su mensaje moral consiste en ayudar a los pobres y liberar a los oprimidos (Lc 4, 18).
  • El sentido de sus milagros como medio para remediar las necesidades más perentorias (curación de los enfermos, la multiplicación de los panes).

La enseñanza moral de Jesús debe integrar la convivencia social, dado que el centro de su predicación es el hombre, y este, para bien y para mal, está en dependencia íntima de las condiciones sociales, económicas y políticas.

Otros escritos del Nuevo Testamento

Algunas Cartas responden a consultas concretas de las comunidades demandando una respuesta acerca de la praxis moral que debían seguir con algunos de los problemas más comunes:

  • La relación con las autoridades civiles: los Apóstoles insisten en que se debe obedecer a la autoridad legítima ya que su autoridad viene de Dios, que paguen el tributo y que les den el honor que les corresponde. Es más de admirar esta enseñanza en tiempos en que los cristianos eran injustamente condenados (Rm 13, 1-7; 1 Pe 2, 13-14).
  • Situación social de los esclavos: las ideas de la época, las estructuras políticas y sociales, ni siquiera los que sufrían la condición de esclavitud demandaban un cambio. Sin embargo, numerosos textos de las Cartas, afirman la igualdad de todos los hombres (Ya no hay judío ni griego … siervo o esclavo) y predican las relaciones fraternales entre los esclavos y sus señores (Col 3, 11; 1 Tm 6, 1-2; 1 Pe 2, 17-23; Ef 6, 5-9).
  • El uso de las riquezas: se condena la riqueza injusta como una especie de idolatría, el avaro es un adorador de ídolos que será excluido del Reino. Se advierte del peligro de la riqueza, pues lleva a los ricos a ser altivos y conduce a la codicia… y a la avaricia. Se anima a que quien tenga riqueza haga buen uso de ella. Se recomienda la limosna. Se condena duramente la diferencia de trato que se da a los pobres y a los ricos en las primeras comunidades cristianas (Col 3, 5; 1 Tm 6, 17; Ef 5, 3-5; 2 Co 9, 5-7; Ef 4, 27; St 2, 2-4).
  • Las clases sociales: no es fácil deducir a qué capa social pertenecían los cristianos del tiempo apostólico. Pablo escribe que no hay entre ellos muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, pero está hablando de una comunidad muy concreta de Corintio. Sabemos que había cristianos en la casa del César, que tenían esclavos como Filemón, que eran industriales de cierto rango como Aquila y Priscila, un tesorero municipal como Erastos, o un jefe de la sinagoga como Crispo (1 Co 1, 20: Col 4, 22; Hch 18, 2-8; Rm 16, 3-24).
  • Algunas comunidades, como la de Jerusalén, pasaban necesidades y eran socorridas con las limosnas de otras (2 Co 8, 2; Hch 11, 28).

Deja una respuesta