Introducción al Levítico


Levítico significa “que pertenece a Leví”, haciendo referencia a la tribu sacerdotal de Israel. El libro se dedica a describir las obligaciones de los sacerdotes, en los sacrificios y otros asuntos dentro de Israel: purificaciones, jubileo, etc.

Dios ordenó explícitamente que sólo quienes pertenecían a la tribu de Leví podían servir en el tabernáculo y únicamente los descendientes de Aarón podían ser sacerdotes:

“Haz que, de entre los hijos de Israel, se acerque tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar y Tamar, para que sean mis sacerdotes” (Éxodo 28, 1).

“El Señor apartó entonces a la tribu de Leví para llevar el Arca de la Alianza del Señor, para estar en presencia del Señor, para servirle y bendecir en su nombre, hasta el día de hoy” (Deuteronomio 10, 8).

Nos remite, por tanto, a los últimos versículos de Éxodo, donde vimos que la gloria de Yahveh descendió sobre el tabernáculo que habían construido los Israelitas para que habitase en medio de su pueblo.

“El Señor dijo a Moisés: «Anda, sal de aquí, con el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra que prometí a Abrahán, Isaac y Jacob con este juramento: “Se la daré a tu descendencia”. Enviaré delante de ti un ángel y expulsaré a cananeos, amorreos, hititas, perizitas, heveos y jebuseos. Sube a la tierra que mana leche y miel. Yo no subiré contigo, porque eres un pueblo de dura cerviz y te destruiría en el camino». Cuando el pueblo oyó estas palabras tan duras, guardó luto y nadie se vistió de gala.” (Éxodo 33, 1-4).

Entonces el ruego de Moisés fue que Dios acompañara al pueblo con su presencia:

“Replicó Moisés: «Si no vienes en persona, no nos hagas salir de aquí; pues ¿en qué se conocerá que yo y tu pueblo hemos obtenido tu favor, sino en el hecho de que tú vas con nosotros? Así tu pueblo y yo nos distinguiremos de todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra». El Señor respondió a Moisés: «También esto que me pides te lo concedo, porque has obtenido mi favor y te conozco personalmente».“ (Éxodo 33, 15-17).

Dios, en un acto de misericordia, decide habitar en medio de su pueblo y peregrinar con ellos por el desierto. Inmediatamente que se levanta la tienda de Yahveh, el tabernáculo de reunión, Dios toma las medidas necesarias para lidiar con el pecado del pueblo.

El libro, entonces, presenta la necesidad del sacerdocio y los sacrificios para cubrir los pecados del pueblo, con el propósito de que Dios pueda habitar en medio de ellos.

  • Los sacrificios (Levítico 1 – Levítico 7)
  • Los sacerdotes (Levítico 8 – Levítico 10)
  • Leyes acerca de la santidad (Levítico 11- Levítico 22)
  • Prescripciones acerca de las fiestas solemnes (Levítico 23 – Levítico 25)
  • Bendiciones y maldiciones (Levítico 26 – Levítico 27)

El tema principal de Levítico es “La Santidad de Dios,” una verdad que debe reflejarse en la vida de su pueblo. Si ellos han de adorarle, deben “santificarse” antes de hacerlo. El libro demuestra como deben limpiarse del pecado que los separa de Dios, y así restaurar la comunión entre Dios y ellos. También demuestra cómo mantener esta comunión intacta. Esta es la razón por la cual Dios les entrega las leyes que habrían de guiar al pueblo en su adoración en el tabernáculo.

La verdad es que de todos los libros del Antiguo Testamento, el Levítico es el más extraño e impenetrable. Tabúes de alimentos, normas primitivas de higiene, prescripciones rituales, etc.

El Levítico es un libro sagrado, recogido entero por la Iglesia y ofrecido a los cristianos para su alimento espiritual como Palabra de Dios. Pero ¿Cristo no abolió todas estas leyes?

Este libro, ante todo nos hará ver cómo lo complejo se resuelve en la simplicidad de Cristo. Cristo concentra en su persona y obra lo sustancial y permanente de las viejas ceremonias. Hay que tener en cuenta que todos los sacrificios del Antiguo Testamento anticiparon el sacrificio verdadero y perfecto que Cristo ofrecería en el Calvario. Los sacrificios del Antiguo Testamento no tenían ningún valor en sí mismos, pero fueron aceptados por el momento como símbolo del sacrificio futuro del Cordero de Dios.

“Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. En efecto, todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.” (Hebreos 10, 10-14).

Una vez que el sacrificio fue ofrecido, todos los otros sacrificios perdieron su significado, por el valor infinito de la muerte del Salvador era suficiente para pagar el castigo por el pecado de todos los hombres de todos los tiempos.

“Ahora bien, donde hay perdón, no hay ya ofrenda por los pecados” (Hebreos 10, 18).

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