Introducción a los profetas (4 de 9)


PROFETAS DEL SIGLO VII a. C. (1 de 2)

El siglo VII a. C. fue gobernado en su mayoría por dos reyes con rasgos muy diferentes.

Por un lado, Manasés que gobernó durante 55 años, del 698 al 642 a. C. Los profetas lo describen como un rey cruel, despótico y cercano a los Asirios.

El otro rey fue Josías, considerado como un modelo de rey, cambiará las relaciones exteriores e interiores del país, y se le adjudica una importante reforma religiosa. Josías gobernó del 640 al 609 a. C.

El Imperio Asirio había llegado, con la conquista de Egipto, a su máxima extensión en el año 663 a. C. reinando Assurbanipal. Este Imperio se desmoronará pocos años después, se irán independizando progresivamente algunos pueblos como Egipto; y en el 625, Napolasar, rey de Babilonia, se va a hacer fuerte derrotando a los Asirios, que serán destruidos definitivamente en el 610 a. C.

La actitud política hacia los pueblos inferiores, más débiles, continúa igual. Se pagan fuertes tributos, y si no se paga viene la conquista.

Durante el reinado de Manasés se hacen acuerdos y pactos con los Asirios, se está a merced de ellos. Durante la derrota y auge de Babilonia, Josías aprovecha para independizarse de los Asirios. Esta circunstancia también la aprovechan los Egipcios que quieren evitar que Babilonia sea un imperio más grande que Asiria, en su camino se topan con la tropas palestinas, que son derrotadas y Josías es muerto en combate.

La situación de los sucesores de Josías será muy mala, permanecerán por un tiempo bajo la bota del Faraón, y más tarde, serán derrotados y conquistados por el Rey Napolasar de Babilonia. En esta conquista, es asediada y rendida Jerusalén, termina con la primera deportación judía en el año 597 a. C.

Babilonia colocará en Judá un rey de su cuerda, un monarca afín pero débil, el cual presionado por su pueblo acabará negando el pago de tributos. Ante esa rebeldía Babilonia responderá tomando y destruyendo Jerusalén y el Templo, se iniciará la segunda deportación, la más famosa, sobre el año 587 a. C.

El libro de Nahum

No sabemos casi nada de este profeta. Sabemos que pudo predicar en Jerusalén, pero casi nada más. La fecha podría ser entre el 668 a. C., fecha de la caída de Tebas, y el 612 a.C., fecha de la caída de Nínive. Ambos sucesos son mencionados en el libro. En el primer caso habla de algo que conoce, en el segundo lo predice. De ahí que lo situemos en este contexto de guerra y enfrentamiento entre Asiria, Egipto y Babilonia.

Narra de forma poética la alegría por la muerte de un tirano, es la destrucción de Nínive, capital de Asiria. Nínive es presentada como enemigo de Dios y de cualquier orden humano, es explotadora de la humanidad, idolátrica, injusta y violenta.

El libro podemos dividirlo en tres partes:

  • En la primera nos encontramos con un salmo acróstico que canta el poder de Dios «(Álef) Dios celoso y vengador, el Señor; el Señor es vengador y experto en furor; el Señor es vengador de sus enemigos, duro con sus adversarios. El Señor es paciente y fuerte, nada deja sin castigo el Señor. (Bet) Camina sobre la tormenta y la tempestad, la nube es el polvo de sus pies. (Guímel) Increpa al mar y lo seca, agosta todos los ríos; (Dálet) se marchitan el Basán y el Carmelo, la flora del Líbano se marchita. (He) Las montañas tiemblan ante él, las colinas se disuelven; (Vau) se alza la tierra ante él, la tierra firme y todos sus habitantes. (Zain) ¿Quién resistirá a su ira?¿Quién aguantará el ardor de su cólera? (Jet) Su furor se derrama como fuego, las rocas se rompen ante él. (Tet) El Señor es buen refugio el día de la desgracia; (Yod) reconoce a los que se cobijan en él.  Con la inundación que pasa
    (Kaf) arruina el territorio enemigo y las tinieblas los persiguen.» (Nah 1,2-8).
  • En una segunda parte, aparecen una serie de oráculos intercalados y de sentencias proféticas contra Judá y Nínive «¿Qué tramáis contra el Señor? Él provoca la destrucción, la desgracia no se repetirá. Pues aunque son resistentes como zarzal enmarañado, en su ebria borrachera son consumidos como esparto reseco. De ti sale el que planea el mal contra el Señor, el consejero perverso. Esto dice el Señor: «Incluso sanos y numerosos serán rapados, y será cosa pasada. Si te humillé, no te humillaré más. Voy a romper el yugo que pesa sobre ti, arrancaré tus cadenas». Esta es la orden del Señor para ti: «No se perpetuará tu linaje; del templo de tu dios arrancaré ídolos e imágenes. ¡Preparo tu tumba, miserable!». He aquí sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, que no pasará más por ti el perverso; se acabó la destrucción. Ha subido contra ti el que dispersa: vigila el fortín, otea el camino templa tu cuerpo, ármate de brío. Pues restaura el Señor la dignidad de Jacob y de Israel: los desoladores los habían asolado habían destrozado sus sarmientos.» (Nah 1,9 -2,3).
  • En la tercera parte el escritor sagrado se centra en la destrucción de Nínive que describe con su saqueo. Es un texto de alegría por la destrucción de la ciudad opresora. Se extiende esta parte hasta el final del libro.

El libro de Habacuc

De nuevo estamos ante un profeta del que desconocemos casi todo. Es un profeta que hace de mediador entre Dios y los hombres, pregunta e interroga a Dios, pide una respuesta, espera y se hace eco de las dudas del pueblo.

Este libro presenta el problema de la actitud ética y el destino de los inocentes y los culpables. En la perspectiva clásica judía, el que hace mal es castigado, y el que hace el bien es recompensado. Judá ha hecho mal y es castigado por sus crímenes. Su castigo es ejecutado por un verdugo que es mucho peor que ellos: Babilonia. El castigo a Judá es un triunfo para alguien peor, como Babilonia. Esto es un contrasentido. El éxito de los opresores no puede habérselo dado Yahvé, pero los datos están ahí.

No hay una respuesta fácil a estas dudas. El profeta se aferra a la necesidad de confianza y fe en el Señor, al final los malvados tendrán su merecido. Es una actitud ante la vida llena de vigor y fuerza. Aunque la solución se queda corta. Este mismo problema se planteará con Job, los justos no siempre reciben bienes y los malos males, a veces las cosas no son así.

Los autores discuten si el libro tiene como intención la inocencia y la culpabilidad dentro del mundo judío, o tiene que ver con la opresión de Judá por el exterior.

En la estructura del libro, descubrimos al menos tres partes algo distintas.

  • En la primera encontramos un diálogo del profeta con Dios, el profeta se queja por la falta de justicia y las salvajadas del opresor «Oráculo que vio el profeta Habacuc. El profeta interroga y Dios responde ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas, te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves? ¿Por qué me haces ver crímenes y contemplar opresiones? ¿Por qué pones ante mí destrucción y violencia, y surgen disputas y se alzan contiendas? Por ello, la ley se debilita y el derecho jamás prevalece, el malvado acorrala al justo y así sale el derecho pervertido. Mirad, contemplad atentos a las naciones, llenaos de espanto, pues en vuestros días se hará tal obra que no la creeríais si os la contasen. Movilizo a los caldeos, pueblo duro e impetuoso, que ensancha la tierra con su venida, se apodera de gentes que no son suyas. Temible y terrible, él es la fuente de su derecho y su decisión. Sus caballos, más veloces que panteras, más feroces que lobos nocturnos. Sus jinetes cargan, de lejos cabalgan, vuelan como águila lanzada sobre su presa. Todo en ellos es violencia, sus rostros miran hacia Oriente, reúnen como arena a los prisioneros. Se ríe de los reyes y se burla de los príncipes. Se mofa de todas las fortalezas, construye rampas y las conquista. Entonces se renueva su ardor, sigue y se instala. Para él, su fuerza es su dios. Señor, ¿no eres, desde siempre, mi Dios? ¡Oh, Santo, que no muramos! Señor, lo pusiste para sentenciar;  ¡oh, Roca!, lo estableciste para juzgar. Tus ojos, puros para contemplar el mal, no soportan ver la opresión. ¿Por qué, pues, ves a los traidores y callas, cuando el malvado se traga al justo? Tratas a los hombres como a peces del mar, como a reptiles sin dueño. Los atrapa a todos con su anzuelo, los arrastra con su red; los amontona en su barca contento y alegre. Por eso ofrecen sacrificios a su red e incienso a su barca, pues en ellos tienen su sustento, su ración y comida abundante. ¿Seguirá vaciando su red, asesinando pueblos sin compasión? Aguantaré de pie en mi guardia, me mantendré erguido en la muralla y observaré a ver qué me responde, cómo replica a mi demanda. Me respondió el Señor: Escribe la visión y grábala en tablillas, que se lea de corrido; pues la visión tiene un plazo, pero llegará a su término sin defraudar. Si se atrasa, espera en ella, pues llegará y no tardará. Mira, el altanero no triunfará; pero el justo por su fe vivirá.» (Ha 1-2,4).
  • En al segunda parte lanza varias imprecaciones contra el opresor, cinco «ayes» en contraposición inocentes y culpables «¡Cuánto más el orgulloso se portará como traidor y fanfarrón, saliéndose de sus límites! Ese que abre sus fauces como el Abismo es como la muerte y no se sacia; juntó para sí a todos los pueblos y reunió para sí a todas las naciones. ¿Y no pregonarán todos estos un poema, una adivinanza, un enigma a su costa? Dirán: ¡Ay del que acumula lo que no es suyo! ¿Hasta cuándo amontonará para él prendas empeñadas? ¿No se levantarán de pronto tus acreedores, se despertarán los que te asustan y te saquearán en su provecho? Puesto que expoliaste incontables pueblos, te expoliarán todos los demás, por la sangre humana y la violencia en el país, sus ciudades y sus habitantes. ¡Ay del que enriquece su casa con pérfidas ganancias, poniendo bien alto su nido para protegerse así de la adversidad! La vergüenza de tu casa has planeado y has pecado al exterminar tantas naciones; las piedras de los muros gritan, las vigas de madera claman. ¡Ay del que construye su ciudad con sangre y la asienta en el crimen! ¿No es voluntad del Señor del universo que se afanen las naciones para el fuego y los pueblos trabajen en vano? Pues se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar. ¡Ay del que hace beber a su compañero, mezclando su bebida hasta embriagarlo y ver así su desnudez! Te saciaste de vergüenza, no de gloria, bebe también tú, y enseña tu prepucio. Que el Señor te haga beber la copa de su cólera, y cambie tu gloria en vergüenza. Pues la violencia hecha al Líbano caerá sobre ti y el exterminio de sus fieras te aterrará, por la sangre humana y la violencia en el país, en sus ciudades y en todos sus habitantes. ¿Para qué sirve un ídolo si es ídolo de artesano, una imagen fundida, un oráculo engañoso? ¿Cómo confía el artesano en su producto, si fabrica dioses mudos? ¡Ay del que dice a la madera: ¡levántate!, y a la piedra muda: ¡despierta! ¿Es ella quien enseña? Ahí está, chapada de oro y plata, pero sin rastro de espíritu en su seno. Pero el Señor está en su santo templo: ¡Silencio ante él toda la tierra!»(Ha 2,5-20).
  • La tercera parte es una súplica y petición de la intervención de Dios. Esta parte contiene un poema muy hermoso que cuenta la llegada del Señor como un guerrero que combate. Se discute la autenticidad de esta tercera parte que ocupa el capítulo tres y último del libro.

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