Huida a Egipto, matanza de los inocentes y vuelta a Israel

La huida a Egipto de la Sagrada Familia, la matanza de los inocentes por Herodes y la vuelta a Nazaret a la muerte de Herodes, sólo se relata en el evangelio de san Mateo:

Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno. (Mt 2, 13-19)

 

Dios no dispensó a Jesús, desde la infancia, de la condición de hombre, para dar un horizonte de esperanza a todos sus hijos.

Pobre, emigrante, sin papeles, perseguido, despreciado, insultado, calumniado, humillado, abandonado, torturado, encarcelado, asesinado, ¿Qué miseria material o moral no sufrió el Señor? Quiso sufrir en Él, todos los sufrimientos posibles del ser humano, para que así nosotros no podamos olvidarnos de verle en todas las caras de nuestros hermanos.

El Señor asume cada situación de miseria para rescatarla, para poder reconducir el mal, que Dios no quiere, a un fin salvífico. Tal vez no lo veamos realizado plenamente en nuestra vida, pero en un determinado momento, fijado por Él, se realizará.

Nosotros podemos ayudar a realizarlo mediante nuestra compasión sin medida, es decir, mediante una atención sincera, gratuita y concreta a quien se queda aislado, marginado. ¿Cuántas situaciones de miseria, moral o material, se cruzan en nuestros recorridos diarios y nunca les hemos hecho caso?

Como cristianos estamos dormidos y vagos. Nos hemos aburguesado. Estamos muy cómodos en nuestras casas, en nuestras realidades. Vamos por la calle y vemos a tanta gente que hay durmiendo en los portales, pidiendo y nos damos la vuelta para ni siquiera mirarlos, no sea que nos pidan algo. Y si les damos es para decirles “toma vete en paz”, pero pensando “déjame en paz y no me molestes más”.

Cuántos vecinos mayores sabemos que están solos en su casa, y no tenemos ni un segundo para pasarnos a saludarle y a preguntarle si necesita algo, no sea que se enrolle y me cuente sus penas y batallitas, que ya tengo suficiente con las mías.

Cuántos hermanos de la parroquia sabemos que lo están pasando mal, pero para qué nos vamos a meter en su vida no sea que nos pida mucho esfuerzo y luego quedemos mal por no alcanzarlo.

Cuántos hermanos vemos que vienen de otros países huyendo de la guerra, de la pobreza, de la falta de trabajo, de la violencia.  Y vienen a nuestro país buscando refugio, trabajo, bienestar, seguridad. ¿Qué hacemos por ayudarles? Al contrario, los vemos como una amenaza, alguien que viene de forma ilegal, a robar, a quitarnos el trabajo, a recibir subvenciones que a los españoles no se las dan.

¿De verdad somos cristianos? ¿Pensamos que Jesucristo en nuestra situación respondería como nosotros? Porque, no nos equivoquemos, ser cristianos implica pensar en cada momento de nuestra vida cómo se comportaría Jesús e intentar actuar como Él. ¿Nos gustaría que a la Sagrada Familia la hubiesen tratado en Egipto como nosotros tratamos a los inmigrantes?

Y vosotros inmigrantes cristianos que ya habéis conseguido una estabilidad en España ¿ayudáis a los que vienen como vosotros vinisteis? ¿Los ayudáis como os ayudaron a vosotros? ¿Sois caritativos? ¿Devolvéis lo que a vosotros os hicieron haciéndoselo a los demás?

Espabilemos hermanos, ya de una vez!! Que de cristianos tibios está el infierno lleno.

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