La formación de los evangelios


Ni Jesús ni los discípulos escribieron nada a lo largo de la vida terrenal de Cristo.

Muchísima gente le escuchaba y pensaban que predicaba con autoridad y se quedaban impactados con Él. La tradición de Jesús empezó con esta gente que le oía en sus predicaciones públicas y veía sus milagros y signos, y lo comenzaron a trasmitir a otros. Esta gente fueron los testigos de lo que Jesús decía y hacía, y lo habían visto con sus propios ojos. Lógicamente no conocían la totalidad de lo que Jesús había dicho y hecho ya que no estaban todo el rato a su lado, sólo conocían una parte.

Por parte de Jesús existe la preocupación de que sus obras y enseñanzas se trasmitieran, se quedaran en la memoria del pueblo. Por eso Jesús a la hora de hablar medía muy bien sus palabras y los ejemplos que usaba. Sus discursos eran muy cortos, con frases muy breves y con ritmo, fáciles de memorizar. Sus parábolas eran cosas sencillas de la vida cotidiana que entendían todos los presentes. Probablemente Jesús repitió en muchas ocasiones las mismas predicaciones.

Jesús impactaba con sus parábolas ya que chocaban con la cultura judía, la contradecía y por eso también lo retenían. Por ejemplo, en aquella época las cosechas más abundantes eran al 6% y sin embargo Jesús en su parábola habla del 30%, 60% y 100%, esto les llamaba la atención a los agricultores.

Las acciones de Jesús eran gestos proféticos, como los descritos en el Antiguo Testamento que el pueblo los conocía de leer los textos en las sinagogas.

Las comidas de Jesús con los pecadores los descolocaban, ya que los pecadores estaban excluidos de Dios, Dios sólo se junta con los buenos, y Jesús viene a justarse con los pecadores.

Jesús cura casi siempre en sábados, cuando podía haberlo hecho en los otros 6 días, para los judíos, sus leyes, les decían que el sábado era para dedicárselo a Dios, que no se podía hacer nada, el sábado sólo iban de casa al templo y del templo a casa. Sin embargo, Jesús les dice que a Dios se le da gloria haciendo el bien a los hombres y si el sábado es para glorificar a Dios, que mejor día para curar al hombre y ayudarle.

La gente se quedó impactada con Jesús, por lo que decía y cómo contradecía a los sacerdotes y levitas.

Cientos, miles de personas habían visto y escuchado a Jesús, pero además de esta gente que iba de vez en cuando, estaban los discípulos que estaban diariamente con Jesús.

Jesús se rodea de un grupo de discípulos. En aquel tiempo había muchos maestros en Israel que tenían discípulos. Los discípulos buscaban a un maestro de prestigio, iban a su casa, le pagaban por sus enseñanzas y cuando ya estaban satisfechos de lo aprendido se iban. Eran los discípulos los que buscaban un maestro de prestigio y lo “contrataban” para formarse.

En cambio, en el grupo de Jesús, todos los discípulos son llamados. escogidos, personalmente por Jesús. El grupo es una iniciativa de Jesús, no son los discípulos los que buscan a Jesús. El grupo fue fundado por Jesús y fue Él el que puso las reglas, las normas. Jesús los instruía, les decía como tenían que vivir compartiendo todo, separándose de sus familias y trabajo.

Jesús predicaba en público y luego en privado les explicaba a sus discípulos al detalle su predicación, dándoles instrucciones para entenderlas. Todo lo que Jesús les enseñaba lo iban memorizando, se aprendían los discursos y las parábolas de memoria y también las explicaciones que luego Él les daba. Eran frases cortas, repetitivas, con mucho contenido, de estas se pueden ver unas 300 recogidas en los Evangelios.

Cuando Jesús los vio preparados, los envió a predicar solos, de dos en dos. Eso quiere decir que tenían memorizado y comprendido todo lo que Jesús les dijo e hizo. En la cultura judía para aprender algo, primero se memorizaba y luego se comprendía. Los discípulos se sabían de memoria todo lo que Jesús predicaba. En aquella época la geste tenía una capacidad de escucha y de memoria mucho mayor que la nuestra.

Jesús era consciente que su mensaje después de su muerte, tenía que llegar a la gente a través de los discípulos y por tanto se lo tenían que aprender bien.

Los discípulos estaban las 24 horas del día con Jesús y vieron y oyeron todo lo que Jesús hizo y dijo. Lo conocían muy bien, veían como se comportaba Jesús (predicar, curar, orar, etc.). Pero para los discípulos la experiencia de la Pascua, la aparición de Jesús después de su muerte, les impactó muchísimo. Ningún discípulo se esperaba la resurrección. Al morir Jesús todos querían irse a sus casas, ya no había maestro y no creían en que resucitase. En el fondo no habían comprendido a Jesús, ni habían creído en Él.

Los relatos de las apariciones fue lo que les cambió sus vidas, fue un cambio en la forma de ver a Jesús, pasaron de verle como un maestro a verle como el Hijo de Dios. Con la resurrección descubrieron que Jesús era realmente el Hijo de Dios, y en Pentecostés recibieron el Espíritu Santo. En ese momento se dieron cuenta que todo lo que Jesús les había dicho, no eran palabras de un maestro, sino palabras de Dios y se dieron cuenta de que había que conservar en su memoria todo lo que Jesús, Dios, les había dicho. A partir de la resurrección empiezan a comprender muchas de las cosas que Jesús les había dicho y que no entendían, por qué dijo esto o lo otro.

Y con esta nueva visión de Jesús Hijo de Dios, modificaron lo aprendido dando el significado de que Jesús era Dios. Por ejemplo, cuando Jesús cura a un enfermo, el enfermo le diría gracias maestro o algo parecido, sin embargo, ellos al predicar dicen que el enfermo se dirige a Jesús, con gracias Señor, esto no pudo ser así, porque decirle “Señor” era reconocerle como Dios. Pero como los apóstoles ya se han dado cuenta de que Jesús es Dios, lo trasladan a Señor para darle a su predicación el sentido teológico. Se puede decir que los apóstoles reinterpretan la vida de Jesús a la luz de su resurrección y al darse cuenta que Jesús no era un profeta o un maestro, sino Dios mismo que se ha hecho hombre, ellos trasmiten al Jesús histórico junto con el Cristo de la fe.

Después de que Jesús vuelva junto al Padre, los apóstoles comienzan a predicar. Llegan a un pueblo y predican el primer anuncio del Evangelio, la buena noticia: Jesús ha muerto por nuestros pecados, que ha resucitado y que el reino de Dios está cerca, los contenidos fundamentales de la fe apoyados por el Antiguo Testamento (Kerigma). Los primeros sitios donde predicaban eran en las sinagogas y los círculos judíos, pero pronto predicaron a los samaritanos y griegos adaptando el lenguaje.

La gente va convirtiéndose, se bautiza, pero necesitan conocer más de Jesús. Los apóstoles entonces comienzan a formar a estas comunidades (catequesis) que se reúnen en una casa, donde iba el apóstol y predicaba en detalle lo que Jesús dijo e hizo. A veces la comunidad les planteaba problemas y los apóstoles les explicaban lo que Jesús había dicho sobre esos temas. Les servía para conocer mejor a Jesús y también para saber cómo conducirse en su vida. En esas casas también se cenaba (Eucaristía) y se recordaba y explicaba la pasión y la última cena, además predicaban y leían el Antiguo Testamento bajo el prisma cristiano ya que no existían aún los libros del Nuevo Testamento.

Pero los apóstoles estaban sólo una temporada en esas comunidades y se tenían que ir, por eso preparaban a unos cuantos para que predicasen allí cuando ellos se fueran (los doctores), que se aprendieran de memoria lo que los apóstoles contaban.

En estas diferentes comunidades, comenzaron a escribir pequeñas notas con las palabras de los apóstoles (perícopas o formas o fichas) para no olvidarse de nada. Los Evangelios están llenos de éstas. Y aunque los predicadores conservan en su memoria todas las palabras de los apóstoles, también llevaban estos escritos y comenzaron a recopilarlas, a intercambiárselas unos a otros entre comunidades próximas. Se sabe que llegó a existir un documento donde se recogían más de cien de estas perícopas, pero no se conserva, aunque entre los cuatro evangelios están recogidas seguramente todas.

Estas fichas se van agrupando por temas. Desde el año 30 al año 70 se van seleccionando y agrupando, pero sin orden y se conservaban en estas comunidades. En Jerusalén es donde se recoge de forma escrita el relato de la pasión y muerte de Jesús que luego San Marcos recoge en su Evangelio. En el libro de los Hechos de los apóstoles se recogen todas estas reuniones de las comunidades.

Los apóstoles comienzan a morir, en el año 70 ya sólo queda San Juan que murió en el año 100. Los discípulos de los apóstoles empiezan a pensar que hay que dar forma a estos escritos que estaban desorganizados para que no se perdiese la predicación de los apóstoles. San Marcos toma algunas de estas fichas, las organiza y selecciona contenidos y les da forma de Evangelio, partiendo del relato de la muerte y resurrección de Jesús. Hace un Evangelio corto que sirva de catecismo o compendio para las comunidades donde él predica. Después, San Mateo tomó más material e hizo su Evangelio y luego San Lucas que con todavía más material recopilado, hace su Evangelio y el libro de los Hechos de los apóstoles, donde cuenta la vida de estas primeras comunidades y de los apóstoles. Hay que tener en cuenta que ninguno de estos tres evangelistas fueron apóstoles, sino discípulos de ellos. Aproximadamente la mitad del texto de los evangelios de San Mateo y San Lucas es copia del evangelio de San Marcos y la otra mitad provienen de sus fuentes propias y de la Fuente Quelle que es común para los dos.

El evangelio de San Juan no tiene nada que ver con estos tres evangelios ya que San Juan si fue apóstol de Jesús y por tanto conoce de primera mano todo lo que vivió con Jesús.

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