Introducción a los profetas (8 de 9)


LOS PROFETAS DE ÉPOCA PERSA (2 de 2)

El libro de Zacarías

Este libro ha sufrido, como el de Isaías, varias adiciones, hoy se distinguen dos partes de una misma obra. Un primer profeta lo llamamos el primer Zacarías o “protozacarías” y se extiende su obra en los primeros ocho capítulos de Zacarías. El “deuterozacarías” o segundo Zacarías se extiende del capítulo nueve al catorce.

El primer Zacarías parece que predicó durante un periodo de dos años, iniciando su actividad poco después que Ageo. Estaríamos en el 520 al 518 a. C. Aparece mencionado también su actividad en el libro de Esdrás y en el de Nehemías.

Este profeta comparte los temas de Ageo: el Templo y la escatología. Sin embargo, a Zacarías le importa más la escatología que el templo, y no al revés. La gloria futura de Jerusalén le vendrá sobre todo por la presencia del Señor. También tiene unas referencias importantes a la conversión, a la justicia antes que la práctica del ayuno. En este sentido conecta algo más que sus antecesores con los profetas preexílicos, pudiendo descubrir en él una influencia notable de II Isaías y de Ezequiel. Sus visiones parecen anticipar el género apocalíptico.

El libro se inicia con una introducción invitando a la conversión. Le sigue la primera parte que contiene siete visiones con una estructura interna semejante. En todas se describe lo visto por el profeta, se sigue por el interrogante y la duda en la interpretación y se termina con la explicación que el ángel da al profeta. No todas las visiones son exactas ni tienen un mismo sentido. Las dos primeras hablan de castigo a las naciones y a los paganos, la tercera y cuarta exaltan a Jerusalén y a sus dirigentes del momento. La cuarta visión es posiblemente una adición posterior dado que tiene una estructura diferente. Las tres últimas son, de nuevo, castigos a los malvados, a Babilonia y a los enemigos del Norte. En la segunda parte observamos varios oráculos dispersos y desordenados. El centro es Dios y se critica la injusticia, el ayuno o las peregrinaciones a Jerusalén.

En el segundo Zacarías, el mensaje general es de guerra y venganza contra los enemigos de Dios y de Israel. Se inician con la palabra “oráculo”. En el primer oráculo están los temas típicos de batallas, restauración de Israel, liberación y regreso. El capítulo 11 contiene la alegoría de los dos pastores, un texto muy difícil de interpretar. El segundo oráculo habla de la liberación de Jerusalén y del combate escatológico, con triunfo lógico de la Ciudad Santa.

El libro de Malaquías

Desconocemos la época en la que fue escrito, aunque por sus características podemos encuadrarlo antes de las reformas de Esdrás y Nehemías, y después de construir el Templo y restaurar el culto, dado que hay una indiferencia en el pueblo hacia lo religioso.

Esta libro tiene mucha relación con el Pentateuco y una influencia fuerte del Deuteronomio. Está construido en una forma dialogada con una estructura que va desde una afirmación del profeta y su confirmación pasando por la objeción del auditorio. El libro presenta un mensaje de crítica contra los sacerdotes por descuidar el culto, contra los matrimonios mixtos y los divorcios, contra los incrédulos por perder la fe y la moral y contra los tibios por tener una fe sin obras. El final habla del triunfo y la benevolencia de Dios. Más tarde, se añadió un apéndice invitando a la fidelidad a Moisés y su Ley.

El libro de Jonás

Es muy particular dentro de los profetas. Tradicionalmente siempre se le ha colocado en esta época y como profeta, aunque hoy consideramos que no existió, y lo que tenemos delante es un cuento breve. Contrasta además porque es el profeta menor más estudiado de la historia. Se han articulado diferentes teorías sobre su sentido y significado.

La primera teoría abunda en que estamos ante un personaje histórico real que se llamó Jonás y que predicó la conversión en Ninive. Si el texto es histórico se nos presentan muchas más dificultades, no existen peces que puedan tragar hombres, tampoco Ninive fue una ciudad tan grande, etc. Estas teorías arrancan de la mención de Jesucristo a Jonás y a Ninive, pero esto sólo prueba que en aquella época si era considerado un relato histórico.

La segunda teoría interpreta el texto alegóricamente, considera a Jonás como imagen de Israel. Cuándo se niega a predicar la conversión, es llevado al destierro en la ballena, igual que Israel es deportado. Renovará después la misión encomendada, igual que la restauración. El problema de esta interpretación es que llevar la alegoría a sus últimas consecuencias presenta problemas para cuadrar a nuestro personaje con actitudes del pueblo judío.

La tercera teoría considera que estamos ante una parábola con intención didáctica. No es un profeta, salvo porque predicará al final la conversión para Ninive. Aquí cuadra en que estemos ante un relato post-exílico, algo molesto por el nacionalismo exacerbado de los judíos liberados. Aquí no hay oráculos contra las naciones enemigas, no hay revancha, sino que Dios va a perdonar precisamente a los que destruyeron a los judíos.

Dios ama a los opresores, esto cuadra bien con el Evangelio, pero parece desafiar la teología judía del momento. Jonás muestra una actitud semejante y bien comprendida por el pueblo judío, no quiere predicar la conversión a los ninivitas ni muerto; pero no es esa la voluntad de Dios, por lo que al final tendrá que aceptar y cumplir su papel.

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